Fuimos fieles al juego antes de que se inventara el juego. Sinónimo de deporte: verdaderos creyentes; discípulos entregados; fieles al balón antes de que existieran los cubos, sólo canastas de melocotón y cajas cuadradas. Estábamos allí antes que los aficionados, antes que las franquicias. Allí antes del bombo, allí antes del aro, antes de los tiros libres, de los tiros de gancho y del toma y daca. Antes de que hubiera un tiro de tres puntos, una canasta, un mate; antes de que hubiera tiempo para colgar, había trabajo duro.
Cuando desarrollamos el primer balón de baloncesto en 1894, no seguimos a la competencia, sino que marcamos la pauta. No sólo creamos un balón; construimos un negocio, una reputación, un leyenda. No tropezamos ciegamente con el éxito, no nos conformamos con la media. No olvidamos dónde empezamos ni lo que representamos, aprendiendo de nuestro pasado mientras planificábamos el futuro. Nunca dejamos de innovar; nunca dejamos de buscar oportunidades para mejorar; siempre adaptándonos para satisfacer las necesidades cambiantes del jugador y del juego.
No nos limitamos a disparar. Hicimos los tiros, los tomamos hasta que los hicimos, los hicimos hasta que los llamamos. No nos quedamos sentados en la banda estudiando el libro de jugadas, sino que nos esforzamos, marcamos goles y realizamos jugadas. Nunca nos doblegamos ante la presión, nunca tuvimos miedo de desafiar cualquier decisión. No hacíamos las reglas, hacíamos el balón.